White Russian & Blue Lines

miércoles, mayo 14, 2008


Mi bolso naranja

¿Cuánto tiempo debe pasar para que olvides un robo?, le pregunté a un amigo al que hace un año le robaron su maletín -sin laptop, pero con un empastado de su tesis-. "Nunca se te olvida", me contestó. Este domingo que es el cumpleaños de mi hermano probablemente recordemos la noche en que hace casi un mes una mujer se llevó mi bolso mientras me probaba un abrigo en el primer piso de Ripley.

En los días que siguieron al robo conté cada detalle del horrendo episodio a mi familia, a mis amigos y a mis compañeros del trabajo. Ellos fueron los primeros. Bueno, en realidad no. De hecho la primera en saberlo fue la amable señorita de la recepción de Specchi, dentro de la misma tienda Ripley de Miraflores. Fue ella, además, la primera persona en auxiliarme cuando me prestó su teléfono para bloquear una a una mis tarjetas y los dos celulares.

Ningún adivino podría acertar con tanta precisión cuándo vas a ser víctima de un robo. Quizás tu horóscopo de la mañana, pero ni eso. Solo cuando cada detalle de una escena no planificada parece calzar a la perfección, es cuando el momento aparece frente a nosotros. Mientras leía la extraordinaria crónica de Andy Robinson, corresponsal de La Vanguardia, me sentí identificada y no pude evitar acordarme de ese viernes por la noche en que ocurrió todo.

Coincido con Robinson cuando dice que "lo triste de estas historias es que una vez que te han atracado unas cuantas veces, quizás empiezas a crear las condiciones para el próximo atraco". Y como también lo recuerda Peter Preston, ex director de The Guardian: "El problema con los atracos es que te hacen siempre esperar lo peor; amargan la naturaleza humana".

No podría asegurarles que esa ha sido mi reacción, pero sí que ahora poseo un doble sentido de alerta cuando estoy en un lugar público, no importa cuál sea este o qué tan cerca tenga al personal de seguridad. Y esto lo digo por experiencia. La noche del robo fue un miembro de seguridad de Ripley el que dejó salir a la mujer que llevaba mi bolso naranja. Pero fue también un distraído agente de seguridad el que ignoró el momento en que la asaltante cometía el robo y del que después darían cuenta las cámaras.

Hoy mientras ordenaba algunos archivos de mi computadora encontré una foto donde aparece el que era uno de mis bolsos favoritos. Creo que una forma de recordarlo es acompañando este post con su imagen. La foto es de este verano en el carro de mi amiga Claudia, camino a Pulpos. Ojalá a su bolso rosado, que también aparece en la foto, jamás le ocurra nada.


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Un caprese en Balthazar

Encontrar la cuadra cuatro de una avenida como Canaval y Moreyra no debería ser problema para un vecino de San Isidro. En cambio, para alguien que no pasa a menudo por esta concurrida zona de tiendas puede convertirse en toda una incursión urbana. Les cuento lo que me pasó hace una semana.

Después de avanzar algunas cuadras hasta llegar casi al frente de Tottus de San Isidro, pensé que lo mejor era tomar un taxi. El conductor sonrió mientras le señalaba la cortísima ruta: "Buenas tardes, de aquí a tres cuadras, ¿cuánto es?". El paseo de tres soles me hizo sentir como el personaje de Jessica Lange en Conduciendo a Miss Daisy. También en ese momento me puse a pensar que solo las mujeres conocemos de cerca el sacrificado placer de caminar sobre tacos. Ese día yo llevaba unos lindos zapatos taco siete, que seguramente serían el equivalente a unos tacos chatos para cualquier chica glamorosa y soltera de Manhattan.

Después de la diligencia tenía hambre. Me dirigí al primer restaurante que cumpliera con la misión de cautivarme. Ya había visto dos y no había sentido nada. Hasta que lo encontré. No era un restaurante, sino una panadería-pastelería. Había llegado a Balthazar.

¿Qué les puedo decir? Quedé encantada. Era la primera vez que iba y desde que llegué me sentí muy bien atendida. No solo la música era estupenda -ese día pasaban canciones en portugués y ritmos de bossa y chill out-, sino también su variada carta de sánguches. Yo me pedí un caprese y para tomar una limonada bien fría. Al salir de Balthazar me encontré con el más curioso "desfile de modas". Frente a mí y en plena calle podía observar a todos esos hombres y mujeres que iban y venían luciendo pantalones, camisas, faldas, sacos, blusas, blazers, botas y carteras de moda, durante su hora de refrigerio. Vestidos de esa manera parecían anunciarme que la temporada otoño-invierno para el mundo ejecutivo había empezado oficialmente. Entonces me vi y no me quedó más remedio que unirme a su desfile, mimetizada completamente como una más de ellos.

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¡Salud, Bayern!

Me encantaría decir que soy la afortunada fotógrafa que capturó estas imágenes con el lente de su cámara. Y me gustaría aún más contarles que estuve en el Allianz Arena, confundida entre los miles de hinchas bávaros que asistieron a las finales contra el Wolfsburgo y el Arminia Bielefeld. Pero tal vez no sea necesario. Desde aquí también puedo compartir la felicidad absoluta que produce saber que el Bayern München es campeón de la Bundesliga una vez más. ¿Pueden sentirlo?


La bienvenida al nuevo DT Jürgen Klinsmann supone el fin de un próspero ciclo para el gran Ottmar Hitzfeld, pero también el inicio de una nueva carrera para Oliver Kahn. Dicen que ahora será comentarista deportivo de televisión.

Los que siguen son dos videos de una misma canción: Was wir alleine nicht schaffen interpretada por Xavier Naidoo. El primer clip está hecho a base de un collage de imágenes relacionadas con el fútbol, mientras que el segundo es de una presentación en vivo durante uno de sus conciertos.




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