White Russian & Blue Lines

sábado, agosto 02, 2008


La novia se despide en bus y sus amigas en tutús

Hace una semana y un par de días asistí a mi primera despedida de soltera. Las mejores amigas de universidad de Ana Lía nos pasaron la voz a sus amigas del trabajo. La idea era contratar un bus parrandero para pasear por Miraflores y Barranco. ¿Strippers a bordo? No hizo falta. Las dos horas que duró el paseo la pasamos increíble. Bailamos, jugamos y cumplimos las pruebas que nos puso Blanca, la anfitriona del bus, y por supuesto ¡brindamos! (¡teníamos una auténtica "barra libre"!). Cada prueba bien realizada era recompensada, además, con un lindo obsequio. ¿Qué prueba nos tocó a mí y a Julia? Una muy divertida y osada. Teníamos menos de quince minutos para convencer a un hombre de subir al bus con nosotras y llevarlo con la novia. Allá arriba solo Blanquita conocía la segunda parte de la prueba a la que el valiente debía someterse.

Después de atravesar el parque y el boulevard de Barranco, Julita encontró a un veinteañero que al principio aceptó encantado. Desafortunadamente sus amigos no tardarían en aparecer para sembrarle mil y un dudas sobre el inofensivo bus y sus preciosas pasajeras. "¡Te van a quitar la ropa!" -le repetían-. Entonces el veinteañero puso cara de pánico y nos dijo "Lo siento, no puedo". Pero dicen que nada es imposible cuando más inalcanzable parecen las cosas, así que -casi a punto de rendirnos- animé a Julia para dar una vuelta por los bares frente a la plaza. Entré al Juanito, llegué hasta la última mesa y no encontré a nadie. De regreso y cuando ya las esperanzas estaban casi perdidas encontré en la primera mesa a unos muy guapos y atractivos "chicos" (lo mejor fue que no eran tan "veinteañeros"). Vi a uno sentado, lindo, pero no me convenció. Luego a otro, de pie junto a la entrada del bar, conversando con dos amigos. Como la mayoría del grupo hablaba inglés o francés le pregunté "Hola, ¿hablas español?". "Sí, claro" -me dijo. El atractivo extraño era argentino (aunque las chicas me aseguran que era italiano y yo no voy a contradecirlas) y su nombre era Maximiliano. Así, con Max a bordo y después de cumplir la exigente prueba del biberón tuvimos nuestra mayor recompensa. Vimos a una novia feliz con la elección del apuesto soltero que subió esa noche al bus.

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